Página:Esploracion de las lagunas Negra i del Encañado.djvu/156

Esta página ha sido corregida
128
ESPLORACION.

en cuyos cerros se esplotaron en otro tiempo algunas minas de cobre, que ahora solo presentan sus oscuras entradas. Poco mas léjos, nos llamó la atencion un cerro verdoso, completamente cubierto de rocas blancas que casi ocultaban por entero su superficie, rocas que, cuando estuvimos mas cerca, nos convencimos no eran otra cosa que un inmenso rebaño de obejas que pacian diseminadas.

Esos numerosos rebaños, como otros que encontramos mas adelante, eran de propiedad de don Victoriano Jaña quien los pone a talaje en esos sitios por ser los mejores, tanto para la crianza como para la engorda de esos mansos cuadrúpedos.

En nuestro camino hallamos a un pobre hombre, casi sexajenario, que nos dijo era el pastor de ese rebaño. Preguntado en qué sitio se cobijaba, nos señaló dos peñascos que dejaban en su base un angosto agujero.

Por olvido del encargado de enviarle su alimento, hacia tres dias que el infeliz no comia, manteniéndose de algunas raices.

—Pero ¿por qué no has matado una oveja? preguntóle uno de nosotros.

—No puedo, señor, no son mias.

Y quizá el desdichado hubiera preferido morir de hambre ántes que faltar a su honradez.

El señor Vicuña Mackenna hizo que el peon que nos acompañaba le diera todo lo que restaba de las provisiones, dándole ademas algunas monedas. El pobre hombre, con lágrimas en los ojos, agradeció tan inesperado como jeneroso socorro.