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A LA LAGUNA NEGRA

En esos cerros desaparece casi por completo toda vejetacion, i doscientos o trescientos metros mas arriba, 3,400 a 500 sobre el nivel del mar, se encuentran por el oriente del cordon andino las nieves eternas.

Mas adelante se encuentran rocas de formacion jurásica, en muchas de las cuales encontramos huellas de amonitas i trozos de fósiles. Desgraciadamente, esos fragmentos están mui lastimados, pero siempre esos despojos inanimados parecen otras tantas medallas acuñadas por la naturaleza i respetadas por las manos del tiempo para revelarnos su historia.

En efecto, las rocas fosilíficas, dice M. Pouchet, no representan sino las catacumbas de las antiguas creaciones, milagrosamente conservadas por los siglos.

Llegamos a un camino mucho mas accidentado, formando zig-zags, de un desnivel de mas de un 30 por ciento i donde a cada instante caen fragmentos de rocas que van a sepultarse en los abismos.

Ahí tuvimos ocasion de presenciar la caida de una gran mole sedentaria cubierta en su estremidad superior de nieves eternas a las que parecia servir de base.

Como a unos doscientos metros, a nuestra izquierda, i separados de ella por una profunda quebrada, vimos esa gran masa, de forma casi cúbica i de mas de diez metros en sus costados. A la distancia en que nos encontrábamos, vimos que principiaba a moverse, luego a resbalarse lentamente sobre los trozos jurásicos que la servian de base, en seguida a inclinar-