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ESPLORACION.

IX

DOMINGO 9 DE MARZO.—EL DIAMANTE.

Todavía los primeros rayos del sol no doraban las nevadas crestas de la esplendente cordillera, cuando todos esperaban la salida de sus huéspedes.

Los caballos de nuestras valientes amazonas piafaban en el corral formado por las carpas, esperando que sus jinetes terminaran un frugal desayuno para emprender su viaje, que se efectuó poco despues de las seis.

Un hurra, que resonó en todos los ámbitos de la laguna, acompañó a las simpáticas viajeras, al subir el primer cerro que las alejaba de nuestra vista. Aun no habian desaparecido, dejando a todos agradables recuerdos de su corta permanencia, y ya las diversas comisiones principiaban sus trabajos con nuevo ardor, con mayor entusiasmo.

El comandante Vidal continuó haciendo observaciones astronómicas, determinando algunas alturas i ejecutando varios otros trabajos científicos, miéntras la otra comision desocupaba la chalupa necesaria para la prosecucion de sus trabajos.

Los injenieros no se dormian: todos trabajaban, una noble emulacion se despertó entre ellos. Uno corria banderas, otro fijaba puntas, el otro colocaba el estodal o manejaba un teodolito. En una palabra, no habia ninguno a quien su buena voluntad i entusiasmo no le hiciera ejecutar cuanto era preciso.