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FRUTA PROHIBIDA
Y don Juan—este sujeto es un almacenero italiano con quien tengo alguna relación—le dijo, guiñando los ojos, a la pardita que de la gran casa vecina, va todos los días a la compra y que él ha tiempo festeja, regalándole ticholos y otras golosinas.
—Vea, si quiere que vamos al Escatin esta noche, escápese... yo le doy conque disfrazarse.. ¡Nos vamos a divertir!
Y a la respuesta afirmativa de la invitada, seducida por las dádivas contínuas, esperanzas de otras mayores y promesas de diversiones, siguió un papel de cinco nacionales nuevito y lindo.
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Y un mundo de ilusiones envolvió a don Juan, mientras se ocupaba en desgorgojar un cajón de fideos picados.
¡Cómo se divertiría!