El fomento de la inmigración europea, fué también otro de los puntos á cuya dilucidación consagró sus esfuerzos el ministro Rawson. En circular dirigida á los gobiernos de provincia, les decía que « uno de los medios que más positivamente han de contribuir al desarrollo de la riqueza de nuestros pueblos y al mantenimiento de la tranquilidad y progreso de nuestras ciudades, está en el aumento de población, estimulado por la perspectiva halagüeña de resultados positivos que ofrecen nuestros vastos territorios, vírgenes todavía de toda explotación». Estudiaba los sistemas de inmigración artificial y espontánea, y se decidía terminantemente por éste, « porque el sistema de colonización artificial y el que consiste en el pago anticipado por el gobierno de una parte ó del todo de los pasajes contratados, son expedientes onerosísimos é insostenibles, cuya eficacia está mal acreditada por la experiencia y que solo pueden emplearse en circunstancias excepcionales».
Y, particularizando más á la República estas observaciones agregaba: «La benignidad del clima, la feracidad extraordinaria del suelo, el caráter hospitalario de los habitantes y las condiciones favorabilísimas que nuestras leyes hacen al extranjero en la República, son otros tantos atractivos que nos aseguran una corriente de inmigración constante, mientras reine el orden y la tranquilidad entre nosotros y florezcan, por consiguiente, las artes de la paz, tan simpática para el extranjero laborioso.»[1]
Comprendiendo cuánta influencia ejerce sobre la población extranjera, la adquisición de tierra apta para ser cultivada
- ↑ Memoria de 1863, página xxxu de introducción.