propuso, en su deseo de resolver las dificultades del presente, la fórmula de la coexistencia de las autoridades nacionales y provinciales, por tiempo limitado, en el mismo territorio; fórmula que ya había enunciado en la legislatura de Buenos Aires, y que al fin triunfó y quedó subsistente hasta 1880.
El año de 1862 se recibió del mando supremo la administración nacional presidida por el señor general Mitre, quien había derrotado en Pavón las fuerzas del gobierno de la Confederación. Vasta era la tarea confiada á esta administración. Desde luego, la primordial, consistía en consolidar, por medio de una política prudente y patriótica, la unión de todos los pueblos de la república, para que, unidos y fuertes, se consagrasen á la obra de la reconstrucción nacional. Después, era de vital necesidad tratar de desarrollar el organismo económico del país, agobiado por la larga opresión de la tiranía, primero, y por la separación y la guerra civil, después. Forzoso era también no descuidar los intereses morales é intelectuales de las grandes masas humanas de la República, carentes, en sus tres cuartas partes, de las nociones educacionales más sencillas. No era posible olvidar tampoco que el país, desgarrado por treinta años de luchas intestinas, había descuidado por completo su progreso material, y que carecía en absoluto de caminos, puertos, ferrocarriles, telégrafos y correos. Tocaba, pues, á la administración que se inauguraba, la ímproba tarea de crearlo todo, porque la República, después de casi cincuenta años de vida independiente, carecía de instituciones y de medios materiales de progreso.
El presidente Mitre comprendió, desde el primer momento, la responsabilidad de la empresa que se le confiaba, y