consume, con la ceguedad de los hombres y de los pueblos, ¿qué podemos esperar sino ruinas y desastres?»[1]
Más adelante, agregaba, en diversas ocasiones, refiriéndose á la misma separación de Buenos Aires y de las provincias: «Consuela ver la marcha de Buenos Aires. Allí hay un pedazo de tierra libre. Que Dios les conserve ese tesoro, comprado con su sangre. » « De un extremo á otro de la República la mazhorca se mueve y espía la ocasión: gracias sean dadas á Dios, porque siquiera hay un pedazo de tierra argentina donde el árbol de la libertad, regado con la sangre de los mártires, se levantará sobre las miserias de los hombres.»[2] « Todo lo que sea alentar el ánimo de hombres y pueblos para que esperen y trabajen por la reconstrucción de la república, me merece aplausos calurosos.»[3] « Perdida la moral, el respeto por las leyes eternas de la justicia y de la razón, los gobiernos tienen que sucumbir tarde ó temprano, arrastrando á veces á los pueblos en su catástrofe.»[4] «Es necesario, pues, que El Constitucional empiece á hablar alto y sinceramente sobre el asunto. Que pinte con vivísimos colores la urgencia de un arreglo definitivo con Buenos Aires y la necesidad de acallar las malas inspiraciones del amor propio y las susceptibilidades de provincia. Haga mucho ruido con la paz. Hable de ella como de un triunfo de las sanas ideas. Hable de los enemigos del orden público sin recelo. »[5]