encontró un día dividida la familia argentina, formándose, en la ciudad del Paraná, un gobierno constituido por trece provincias, llamado de la Confederación, y en la ciudad de Buenos Aires otro, representado por esta provincia.
Rawson, que en medio de todas las vicisitudes de su larga vida pública, se ha mostrado eminentemente argentino; Rawson, que no ha concebido nunca la nacionalidad fundada sobre la división de la patria común; Rawson, que ha tenido siempre palabras severas para condenar las ideas localistas de algunas secciones territoriales; él, que, como se ha dicho, ha llevado sus principios nacionalistas hasta el extremo de ser provinciano en Buenos Aires y porteño en las provincias, sintióse cruelmente herido, en lo más íntimo de su patriotismo puro y desinteresado, por esta separación; y es de ver en qué términos sinceros y angustiosos predicaba sin descanso la unión y la paz de los hermanos divididos, y con qué penosa consagración se dedicaba á difundir estas ideas!
« Supongo, decía en 1853, en carta privada, supongo que en Mendoza estarán muy contentos con la gloria de formar la vanguardia en la gran República de las 13, que va á levantarse en la faz de la tierra!
« Por mi parte, agregaba, le aseguro que estoy muy desconsolado con el nuevo programa. El aislamiento de Buenos Aires es nuestra ruina. Con una constitución escrita y encomendada á caudillos ineptos y despóticos, con un congreso fanático y que respeta más los rotos laureles de su héroe que la alta responsabilidad del porvenir, con la inmoralidad que nos devora, con la miseria horrible que nos