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VIII
ESCENAS MATRITENSES.

los (que se refiere principalmente á los años 32 y 33) una notable diferencia con la otra que abraza desde 1836 hasta el dia. En aquella, al paso que el reflejo de una sociedad reposada en su estado normal, ó si se quiere en la indiferencia política, observará tambien la timidez del escritor delante de la censura, su falta de práctica en el estilo, y hasta la espontaneidad incorrecta y los risueños colores de una imaginacion juvenil: y en la segunda acaso llegará á descubrir mas intencion filosófica, mas madurez en la razon, mas soltura en el estilo: asi como en la sociedad descrita, mas movimiento político, mayor energia y vitalidad.

Si el autor de estos articulos hubiera consultado solo á su propia voluntad, quizás habria suprimido por entero la primera parte como infinitamente mas débil; pero ha debido sacrificar el amor propio à la razon, y no solo conservarla, sino privarse de toda alteracion sustancial en ella, por parecerle que de este modo ofrece mas sensible su primitivo colorido, y hace resaltar mas el contraste de aquella época y la que describe despues.

Espuestas francamente las razones que tuvo presentes para dedicarse á cultivar este ramo de la literatura moderna, queda á cargo del lector el apreciar los reducidos medios intelectuales de que para desempeñar esta tarea le fue dado disponer. Entre ellos sin duda sobresaldrá la voluntad y buena fé, asi como la constancia en el propósito, llevado á cabo al través de épocas borrascosas en que los sucesos públicos absorvian todas las atenciones. Quizás hubiera podido dar mayor interes á este trabajo, realzándole con el barniz político que tan apreciado es por los lectores del dia; pero entonces hubiera perdido su caracter inofensivo y permanente, en gracia de una momentánea popularidad. El autor de esta obrita no aspira á tan ruidosos triunfos. Satisfecho con la simpatia que haya podido escitar en el sencillo lector, renuncia desde luego á la arrogante aprobacion de los sabios, ó al alto patrocinio del poder; y solo alega como único mérito y disculpa de su insuficiencia, la circunstancia de no haber suscitado con sus escritos el menor agravio; ni convertido su pluma en instrumento de venganzas, de interes ageno, ni de propio engrandecimiento.