Y tales coces baraja,
Que, al empuje del zancajo,
Hizo entrar, sin gran trabajo,
Al gitano y jaque en caja.
Con la última «jota» que simultáneamente salió de mi boca y de los labios de aquella mujer, que, por lo mismo que se quedaba, me parecía más encantadora, los conductores gritaron: pronti!
No había qué hacer,—era forzoso partir.
—Adieu, mesdames!
—Au revoir, monsieur; au plaisir de vous revoir, mademoiselle.
«Hotel de Roma», dije yo, poniendo una de esas caras que todo el mundo pone, en las mismas circunstancias; y estaba tan alelado, que me imaginé que me contestarían: «Y nosotras también.»
Qué! me contestaron este: «Nosotras no sabemos todavía á dónde iremos.»
La traducción libre de semejante réplica, no podía ser sino la siguiente: «Tal día hará un año que tuve el gusto de encontrarme con usted.»