Auvernia y de Nivernais. Verdad es que no debe olvidarse cuan larga fué la etapa de su mando. Descuidó indudablemente el estudio de los problemas económicos y si acaparó, como Lerma en España, grandes sumas para sí, puede decirse que sólo en el adquirir hallaba él compensación á los sinsabores del Gobierno y no será ocioso recordar que ganó en muchas ocasiones con dinero la voluntad de sus enemigos, soborno que mal se concilia con la extremada sordidez que por lo común se le achaca.
Recompensa á sus desvelos de gobernante halló también, según algunos biógrafos, en el amor que le profesó la Reina y que según no pocos escritores insinúan, distó mucho de ser platónico. Acusación tan grave no debe empero ser acogida por la Historia sin pruebas suficientes. Jamás fueron los franceses para juzgarnos benévolos, y en el siglo XVIII, cercana aún nuestra supremacía, ni siquiera imparciales. Harto motivo ofreció por lo tanto Ana