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abandono de los asuntos rentísticos y el deplorable estado de la Hacienda pública son los pretextos invocados por los insurgentes para justificar la actitud malévola que adoptan y el autoritario proceder del Primer Ministro la razón aparente que los arrastra al combate; pero Mazarino, á fuer de profundo conocedor del corazón humano, sabe que la Duquesa de Montpensier conspira contra él porque él se opone á su boda con el rey niño, no ignora que la de Chevreuse intriga por vanagloria y que la de Longueville, olvidando antiguas veleidades monjiles, se rebela contra el Gobierno de la Regente por odio á la Reina y por amor al duque de La Rochefoucauld, cuyo espíritu presuntuosamente austero la avasalla; ni tampoco escapan á la perspicacia del purpurado Ministro ni la ambición insensata del de Beaufort ni la implacable envidia de Gondi ni la docilidad con que Turena y Condé, invencibles en los fragores de la lid, sucumben á los halagos de la femenil hermosura. Penetrado