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acoge en su salón famoso á los descontentos, y mientras Pedro Corneille recita las enfáticas escenas de sus tragedias seudo-clásicas ó derrocha Voiture el aticismo de su conversación ligera, mientras recita sus fábulas La Fontaine y aventura La Rochefoucauld sus sentencias ó el precoz Bossuet diserta sobre disciplinas teológicas, incitan las bellas aristócratas á la lid á sus pretendientes y entre el desenfado de las frívolas conversaciones brotan las obras maestras que ilustran la literatura nacional y salen los toques de rebato que estremecen á Mazarino en la soledad de su gabinete y á la hija insigne de Felipe III en las Cámaras del Louvre.

Conocidos por demás son los episodios de la Fronda que, aunque adulterados, sin duda embellecidos por su imaginación lozana, ha descrito Alejandro Dumas en novelas de fama universal y narrado Voltaire entre hipócritas y sentenciosos donaires en estudios de discutible valor histórico, pero de indudable mérito