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Bourdaloue y tantos otros ingenios que, ya esgrimiendo el puñal de Melpómene ya cubriéndose el rostro con la carátula, ora paseando en triunfo por Europa los lirios de Borbón ora fulminando los rayos de la cólera celeste desde la sagrada cátedra, asombraron al mundo en su siglo y deleitan aún en el nuestro con las huellas de su genio, el alma de los pensadores y de los artistas.

Conocidas las circunstancias en que ejerció el mando Mazarino, fácilmente se comprende que no pudo su política obedecer á un plan razonado y sistemático cual el de su antecesor ilustre. Richelieu se hallaba amparado por el Rey y sólo tenía que ocuparse de la gobernación del Reino: Mazarino, en perpetuo é inestable equilibrio, tiene que atender á la par á la dirección del Estado y á sostenerse en el puesto que ocupa. Cierto es que Richelieu se ve también obligado á sofocar las discordias civiles que el odio de los Hugonotes y la ambición de los Optimates encienden; pero no