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menos feliz. Llegó á tiempo de recoger la abundante cosecha que aquel profundo estadista sembrara, pero también en sazón de padecer los odios acumulados por el sagaz Limosnero de la Reina María de Médicis. Si el sol de Rocroy esparce destellos de gloria sobre la frente de Mazarino, las invectivas de los turbulentos magnates asestan á su prestigio personal golpes terribles. Si en su época despunta el genio militar del joven Duque de Enghien y hace temblar á Europa la espada de Turena, bajo su mando padece también Francia las violentas sacudidas de las guerras civiles. La alegría que le causa la paz de Westfalia es amargada por el sobresalto que le produce la Fronda.

Turena y Condé inmortalizan el nombre del Cardenal italiano al inmortalizar los suyos propios en Alemania y en Flandes, pero no dejan de afligirle con decepciones frecuentes. El encumbramiento de Mazarino es más penoso que el de Richelieu y su posición menos