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inagotable y exquisita cultura de que hace gala á pesar suyo, en su conversación amenísima, las hondas impresiones que acerca de la profundidad de su saber hubieren dejado sus escritos en el ánimo del interlocutor.

Nunca olvidaré, y jamás podrán olvidarlas aquellos que gozaron de los beneficios y de las delicias de la amistad de Valera, las fugaces horas transcurridas en su magnífica biblioteca. No se borrarán de mi memoria los nobles rasgos de su abierta fisonomía, el correcto perfil de su despejada frente, la blanca y abundante cabellera que destacaba del fondo de los alineados libros; la serena mirada del maestro que, aunque anublada en los últimos años de su existencia, encendíase y animábase todavía con toda la fuga de la juventud, cuando á altas horas de la noche sus autorizados labios, dóciles al mandato de insólita memoria, pronunciaban con vigorosa entonación estrofas de Ariosto y Leopardi.

Un académico ilustre, admirador entusiasta