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tuvieron la suerte de conocer y tratar á don Juan Valera, abrumados ó deslumhrados por el asombroso conocimiento de las Humanidades y por el rico tesoro de variadísima cultura que rebosan los escritos del incomparable maestro, se han atrevido á insinuar que en ellos se advierte cierto aire de suficiencia, cierto prurito de hacer gala de erudición insólita, algún conato de reglamentar por medio de inflexibles preceptivas, los escarceos de la fantasía y las vibraciones del sentimiento.

Quienes así piensan incurren en el grave error de emitir juicios sin otra base que la deleznable que ofrece un examen por demás somero de la fecunda obra de Valera. Posee él como ningún otro escritor de nuestros días, el instintivo buen gusto que le permite descubrir á priori el aspecto cómico, inarmónico ó ridículo de las cosas; tiene como nadie la noción de la medida y el don rarísimo de percibir con exactitud diáfana toda clase de contornos, así los más perceptibles