en la lozanía dialéctica; en el buen gusto, en suma, que después de todo no es otra cosa sino adoptar con parsimonia aquello que deslumbra, apoderarse del oro y desdeñar el oropel y poseer el instinto de eludir lo vulgar ó chocarrero.
Lejos de mi ánimo afirmar que sea condición indispensable una ejecutoria de nobleza para ostentar las preeminentes cualidades apuntadas; pero no sé por qué se me antoja que lo que esas cualidades tengan de ingénito se avalora y pule y acicala por la eficaz influencia del medio social y por las primeras nociones de moral, honor y cortesía en la niñez aprendidas.
Paréceme percibir en las páginas castizas, diáfanas y serenas por donde corre fácil la pluma de Valera, cierto perfume señoril, cierta armonía en el laborar misterioso del cerebro, cierto autorizado ritmo en los movimientos del corazón del que escribe, que le colocan muy por cima de los escritores que solicitan