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cerebros de aquellos vates celebérrimos; y más conocedores que el autor de El Vértigo del habla de Horacio y de Virgilio, supieron accidentar la expresión de los afectos con una variedad prosódica y sintáctica que se echa de menos en las estrofas de nuestro autor. Por el contrario, éste aparece menos contaminado que sus insignes modelos de las tendencias ultrapirenaicas, y al cantar á la libertad ó al anatematizar la indisciplina, no se hace eco de las enseñanzas de la revolución francesa ni adolece del sentimentalismo propio de la filosofía precursora, coetánea y discípula de los autores de aquel profundo trastorno político y social.

Del examen de las producciones de Núñez de Arce pertenecientes á la etapa de su vida en que ejerció el periodismo, se destaca como nota esencial la fidelidad con que compendia y depura en el crisol de una versificación correcta y eufónica las ilusiones de los amantes de la libertad, los desengaños de los