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RICHELIEU

y el hijo, con mengua de los apetitos de la Nobleza y con notorio provecho para su persona que es honrada, á poco de la hábil negociación, con la púrpura cardenalicia. Investido de dignidad tan alta, no tarda el nuevo Príncipe de la Iglesia en abrirse las puertas del Real Consejo por oficios de la Reina Madre y á pesar de la repugnancia del Rey á cuya alma pusilánime infundía Richelieu cierto indefinible sentimiento, mezcla extraña de miedo y consideración, de respeto y antipatía. Ya Consejero, no le es difícil imponerse al Monarca ni escalar en breve tiempo el puesto de primer ministro.

Cabe observar aquí por cuán diversos caminos escalan la posición ambicionada el hombre de genio y el adocenado palaciego. Lerma llega á la cumbre del poder halagando el gusto de Felipe III y fomentando servilmente sus vicios y aficiones. Richelieu conquista el más eminente puesto de su país sin aplaudir los caprichos de Luis XIII y á despecho de la