valor, comparándola con la esquivez de los días la edad provecta, la no igualada delicia de los verdes años.
Encuentro yo, por otra parte, el cantar á la juventud más propio que de jóvenes, de ancianos. Por lo general el joven no la canta, la goza; ocúpase sólo en prestarle el holocausto de las pasiones y espera á que llegue tiempo más sereno para ofrecerle el tributo pasivo de sus cánticos.
Los que somos amigos del Sr. Mesa y sabemos su juventud y el vigor físico de que disfruta y el gallardo continente de su persona y la lozanía que rebosan sus sentimientos é inclinaciones, no podemos por menos de encontrar algo arbitraria la amargura que destilan sus descripciones del campo y sus apuntes acerca de las costumbres rústicas y urbanas.
Reconocida, así en el tono de la conversación familiar como en el estilo que emplea para trasladar impresiones al libro, la