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Os citaré, para acabar, otros detalles que dan muy aproximada idea de la moral priva da en el país. Los escaparates de las tiendas no se cierran jamás durante las larguísimas noches. Las puertas de los pisos de las casas que dan á los rellanos de la escalera son de cristales. En Suecia no hay quien infrinja el séptimo mandamiento de la ley de Dios: del sexto no puede decirse otro tanto. Casi todas las criadas de servir solteras tienen varios hijos, uno de cada padre. Esto no les hace desmerecer en el concepto social; pero si alguna desventurada cayese en la tentación de apropiarse una corona ó peseta del amo, la vindicta pública sería para con ella implacable.

Manifestando un día á un ilustre Conde sueco el asombro que me había causado este concepto de la moralidad dominante en Suecia, se limitó á responderme: «La mujer es un ser libre y dueña por lo tanto de su cuerpo; al entregarlo ejercita un derecho que no