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propia ó ajena sangre. Este vicio nacional, aunque deplorable, más tolerable allí que en los países en que caldea imaginaciones más prontas, es constantemente combatido por los poderes públicos y por la acción social.

Con la supresión de espectáculos en los cuales el espectador podía al mismo tiempo que los presenciaba entregarse á peligrosas libaciones, ha recibido el alcoholismo sueco el golpe de gracia.

Dos palabras no más he de deciros, para daros una idea del concepto que reviste en los cerebros suecos la moral privada. Mucho pudiera hablarse de este complejo é interesante asunto, pero veo que ya voy abusando de vuestra atención indulgente. El espíritu sueco, como todos los espíritus educados en las doctrinas luteranas, ofrece dos notas características: el egoísmo y la hipocresía. Bajo el influjo del egoísmo no se aviene á renunciar á los goces sensuales; ese egoísmo ha desarrollado en el espíritu sueco una