ción del vulgo al examen y conmemoración de los pasajes de la Biblia y de los Hechos de los Apóstoles.
Comprende Mariana con la clarividencia de su talento inusitado, que no cabe luchar con ventaja contra el rebelde espíritu analítico de los propagadores del Protestantismo sin apelar á las armas de la razón para defender las verdades que la fe enseña y sin quitar todo pretexto á los ataques de los herejes, purificando las usanzas de los católicos y sometiendo á los ministros del culto verdadero á una severa disciplina.
Aclara el esclarecido hijo de Loyola en sus Escolios al Viejo y al Nuevo Testamento, las alegorías y metáforas que esmaltan los Libros Santos y pone á salvo de toda crítica capciosa el sentido figurado de numerosos episodios contenidos en ambos textos.
En el libro De Ponderibus et Mensuris hace Mariana curioso y erudito examen de las monedas latinas, griegas y hebraicas, acompa