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el corazón á Dios y humillando ante el Supremo Juez aquella cerviz que no solía doblegarse ante las amenazas de los enemigos de su patria; porque en los días de la Inquisición, tan execrados por los falsos apóstoles de nuestro siglo, aún anidaba la fe en las almas de los españoles y aún había fibras en los corazones de nuestros abuelos que, heridas por una voz inspirada y generosa, respondiesen á las esperanzas de sus señores legítimos y á los dictados de su conciencia.

El pincel soberano de Velázquez nos muestra á D. Gaspar de Guzmán en magnífico lienzo que el opulento Museo del Prado guarda como reliquia del arte histórico español: de talante enfático y altanero, torso macizo y no muy gallardo, morena tez, negros y abundantes cabellos, mirada desdeñosa y viva, nariz bien proporcionada, boca oculta por poblado bigote á la usanza borgoñona, complexión robusta y aventajada estatura; airoso chambergo adornado por rica pluma,