en él germinase un capitán de mérito y no es por eso extraño que los nobles españoles de aquella centuria mirasen con algún despego la profesión de las armas, cuya dirección estuvo por lo común encomendada á generales italianos.
No dejaba, empero, de destacarse todavía del fondo de aquel lúgubre cuadro más de un rasgo heroico y multitud de arranques de abnegación y desprendimiento por parte de los jefes españoles, los cuales repetidas veces adelantaban de su particular peculio las pagas de los mercenarios teutones. Tampoco fué el Conde Duque indiferente ni extraño á tan generosa conducta, pues en varios momentos de grave apuro viole el pueblo español invertir las rentas de los Estados que debía á la magnanimidad de la Corona, en acudir al sostenimiento y mejora de los ejércitos con que contaba la patria para la defensa de su suelo.
Las adversas condiciones en que luchaban los españoles en Flandes, si no aumentaban