ñanza pública, en sentir del Sr. Cueto, que se difunda y extienda en el País la experiencia que atesora; puesto que en él se encierra, no el abstracto quietismo de la antigua enseñanza, sino la ruda y fatigosa labor de veinte y cinco años en el lugar de la escuela y al lado del niño, en la santa obra de su educación moral: y por creer el Sr. Melero que "es díficil leer estas líneas -las del libro- sin sentirse atraído por la novedad y simpatía de los sentimientos más nobles". Por el distinguido concepto en que me juzgan ambos Amigos del País, y míos propios muy estimados, y por el honor que me discierne la Real Sociedad, ofrezco ante el público el solemne testimonio de mi más viva gratitud. Una palabra para explicar el título de este libro: Parecióme por mucho tiempo que se debía dar el nombre de Conversaciones. Pero temersoo de que pudiera imaginar el lector que se trataba de una forma dialogada, no tardé en cambiar de opinión. Pensé entonces resueltamente en la palabra ensayo, entre cuyas acepciones está la de "un escrito generalmente breve, sin el aparato ni la extensión que requiere un tratado complejo sobre la misma materia". Por otra parte, examinado el carácter de muchos libros publicados con ese nombre, me convencí de que éste cuadraba perfectamente al mío, y lo llamé desde luego "Ensayos sobre educación Teórica, Práctica y Experimental. Habana, Marzo 1º de 1898.
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