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la naturaleza. La felicidad está al alcance de todos, sean del estado y talento que se fueren: sus bienes se nos ofrecen por sí mismos á la vista, con tal que no los busquemos en los extremos, donde no se encuentran nunca. Solo se necesita para eso buen sentido y rectitud: quéjense algunos cuanto quieran de la diversidad de porcion que les toca: no puede haber igualdad de contentamiento general, asi como no la hay de sentido común.

Acuérdate, hombre, que la causa universal no obra por leyes particulares, sino por leyes generales, y ha sabido constituir lo que merece llamarse justamente felicidad, no en el bien de solo uno, sino en el de todos en general. No puede gozar un individuo de una verdadera felicidad sin que esta rebose en cierto modo, y se reparta entre toda la especie. Un feroz bandolero, un tirano rabioso lleno de orgullo, y un solitario soterrado en su caverna no pueden bastarse á sí mismos. Los que parece que huyen de las gen-


    de sus enemigos, exclamó asi, según refiere Dicen: „¡O desdichada virtud! yo te seguí, yo te abracé como una cosa real y verdadera, y he visto que eres una palabra insignificante, y una esclava de la fortuna!"