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EPISTOLA CUARTA.

DE LA NATURALEZA Y ESTADO
DEL HOMBRE CON RESPECTO
A LA FELICIDAD.




¡Oh felicidad, blanco y fin de nuestra existencia! bien, placer, descanso, contentamiento, cualquiera que sea tu nombre: cosa que no sabemos lo que eres, y nos haces dar continuos suspiros: por quien soportamos la vida, y llegamos á arrostrar la muerte: que te se ve siempre tan cerca, y siempre estás mas allá de nosotros: objeto poco meditado, y visto tan en contuso asi por el sabio como por el necio* planta de semilla del cielo, ya que has caído en la tierra, di, ¿en qué terruño mortal te dignas crecer? ¿Te manifiestas á las claras a nuestros ojos en los esplendores de una corte fastuosa, ó yaces enterrada en las hondas minas con el oro y los diamantes relucientes? ¿Estás entretejida con los laureles de las guirnaldas del Parnaso, o te se recoge á fuerza de hierro por esos campos de Marte? ¿Dónde creces? ¡Oh acaso no creces! Si nuestro trabajo es vano, será por defecto del culti-