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naturaleza, y luego sostenido por hábito, velan tanto sobre el recien nacido como sobre el espigado y adulto. Apenas llegan los últimos que nacieron á la madurez de hombres, cuando ven á los que les dieron el ser en absoluta imposibilidad de cuidarse. La memoria y la prevision les hacen entrar en justas reflexiones, la una por los recuerdos de su tierna infancia, y la otra por el rezelo de una vejez achacosa, mientras que el placer, el reconocimiento y esperanza, todos combinados, aumenran estos nuevos intereses, y aseguran la duracion de la especie.

No creáis tampoco que en el primer estado del mundo, que era el de la naturaleza, se debió caminar á ciegas: el estado de naturaleza era el reinado de Dios: el amor propio y el social nacieron con él. y la UNION fue el vínculo del hombre y de todas las cosas. No habia entonces orgullo, ni todas esas artes que fomentan la vanidad. Gozando de los bosques el hombre igualmente que el animal, andaban juntos á la sombra de los árboles: tenían un mismo alimento, y un mismo lecho. No necesitaba el hombre matar á nadie para comer y vestir. El monte resonante era el gran templo en que todos los seres á quienes el Hacedor dotó del