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todo ser que anda errante por los bosques, vuela por los aires, ó nada en las aguas, se ama á sí mismo, aunque no se ame á sí solo: cada sexo siente unos mismos estímulos, hasta que de dos se hacen uno. Su placer jamas se acaba con los primeros ímpetus amorosos, pues se aman por tercera vez en su propia descendencia. Por eso brutos y aves cuidan tanto de sus hijuelos, objeto de sus cariños: las madres les alimentan, y los padres les defienden. Mas cuando crecieron lo bastante para echar á correr ó volar, entonces cesa el instinto, se acaban los afanes, rómpense los vínculos, cada cual busca nuevas amistades, empiezan nuevos amores, y nace otra nueva raza.

Menos capaz de ayudarse la especie humana, exige cuidados mas prolijos, y estos producen vínculos mas durables. La razon y reflexion les prestan una nueva fuerza, y abren al amor y al interes un campo mas vasto todavía. Fíjase el hombre por eleccion, y se abrasa por simpatía: las virtudes nacidas entre las pasiones reinan alternativamente con ellas. Nuevas necesidades, nuevos socorros y nuevos hábitos acumulan benevolencia y mas benevolencia sobre tantos beneficios. De un mismo tronco nace y renace una prole que no se acaba: un amor inspirado por la