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las facultades que mejor le convienen para su bien: que todos por este principio propenden igualmente á su felicidad, y bailan medios proporcionados á su fin. Los que guiados enteramente por su instinto, hallan en él un guia infalible, ¿necesitan acaso para dirigirse buscar cabeza que les rija, ó andar convocando á juntas? La razon, sean cuales fueren sus facultades, á lo mas mas es indiferente; no se cura de servir; y si sirve á otros es á la fuerza: espera siempre á que la llamen; y cuando se la llama, y viene se queda algo lejos. El instinto generoso acude por sí mismo de muy buena gana; fiel servidor, a nadie abandona nunca, al paso que la razon, como poco constante, sirve solo á ratos: esta sabe muy bien andar de medio lado; pero el otro siempre derecho. En la naturaleza de los seres que guia el instinto, los principios de impulso y comparacion que están divididos en el nuestro, se hallan reunidos en uno; pero aun dado caso que queramos elevar á la razon sobre el instinto, en este gobierna Dios, y aquella, gobierna el hombre.

¿Quién enseñó á los moradores de la tierra y del agua á huir de la ponzoña y escoger su alimento? Próvidos y advertidos los unos saben edificar sobre el nivel