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siempre sabios y prudentes. Luego si las pestes y terremotos no trastornan los designios del cielo, ¿por qué los ha de trastornar un Borja ó un Catilina? Del orgullo, del orgullo nacen estos altivos raciocinios. Juzguemos de las cosas morales por las cosas naturales. ¿Por qué culpamos al cielo de una cosa, y le disculpamos de otra? El someterse á él en unas y otras es discurrir atinadamente.

Tal vez nos parecería mejor que todo fuese armonía en el mundo físico, y todo virtud en el moral; que jamas se viesen el aire ni el mar agitados por los vientos, asi como tampoco el alma por las pasiones. Pero todo subsiste por este combate de los elementos, y nuestras pasiones son los elementos de la vida. Desde el principio del mundo fue observado en la naturaleza este orden general, y también lo ha sido en el hombre.

¿Qué es lo que quisiera este hombre? Tan pronto parece que se eleva, y siendo algo menos que el ángel desearía ser mas, y, tan pronto mirando al suelo parece mohíno y quejoso de no tener la pujanza del toro y la piel del oso. Si cree que todas las criaturas han sido hechas para su uso,.que diga ¿de qué le servirían si tuviese él las propiedades de todas?