Página:Ensayo de una historia de Orizaba.djvu/201

Esta página ha sido corregida

DE ORIZABA. 167

en acometer empresas gloriosas. Sus ostentaciones de hoy, como la llaneza de sus dias de escasa fortuna, eran el secreto de su política, firme y segura, y en cuya fiel observancia estribaba el éxito feliz de sus proyectos.

Seguíanle, pues, algunos capellanes, y otros gefes, entre los que sobresalian el infortunado Guatemotzin, emperador destronado, el príncipe de Tacuba, y varios jóvenes nobles mexicanos. El último soberano de México debia espirar á poco sacrificado á la conservacion del nuevo gobierno español, cuya existencia creia Cortés amenazada con la sola presencia del infortunado prisionero[1].

  1. “Los españoles en los primeros años de la conquista siempre vivieron en constante alarma —dice Prescott— temerosos de una sublevacion: asi se deduce de no pocos pasajes de los historiadores de ese tiempo. Preocupado Cortés por los mismos temores, decidió llevarse consigo á tan peligroso compañero en esta penosa expedición.”
    Por esto acaso Cortés quiso deshacerse de él: Guatemotzin y el príncipe fueron ahorcados, cerca de Tabasco, en las ramas de unas ceibas, á orillas del camino. Bernal Diaz dice: “la ejecucion de Guatemotzin fué muy injusta y pareció mal á todos.”