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ENEIDA.
CXXXII.

«El infante real la voz de Enéas
Va á seguir, y de Acátes las pisadas,
A Cartago llevando las preseas
De Troya, al fuego y á la mar ganadas.
Porque él nada presuma, y de él no seas
Turbado de la Reina en las moradas,
A Citera ó á Idalia llevaréle,
Do sacra oscuridad su sueño cele.

CXXXIII.

»Toma esta noche su figura, y lazo,
Niño en disfraz de niño, á armar vé á Dido:
Que ella habrá de acogerte en su regazo
Gozosa entre los bríndis y el rüido;
Y tú á vueltas podrás del blando abrazo,
En la miel de sus ósculos, Cupido,
Depositar la punta que á su seno
Oculto del amor lleve el veneno.»

CXXXIV.

Manso á la tierna madre Amor da oidos,
Y marcha, á Ascanio igual, depuesta el ala;
Miéntras de Ascanio Vénus los sentidos
Con plácido sopor vence y regala;
Y abrigado en su seno, á los erguidos
Idalios bosques llévale, do exhala
Su aroma, y con sus sombras le guarece
El blando almoraduj que allí florece.