Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/78

Esta página no ha sido corregida
44
VIRGILIO.
CXXIX.

Y, á su idea presente sin desvío
Juno cruel que la robara el sueño,
«Tú á quien debo mi fuerza y señorío,»
Dice, humilde apelando á Amor risueño:
«Tú, el único que ves, dulce hijo mio,
Libre y seguro de mi Padre el ceño
Que de Titanes quebrantó el arrojo!
Merced vengo á pedir, y á tí me acojo.

CXXX.

»Enéas sabes tú cuánto ha sufrido;
Cuál Juno en oprimirle atroz persiste,
De todo viento en todo mar barrido;
Que áun de él conmigo hermano te doliste:
Huésped agora la sidonia Dido
Con regio halago liberal le asiste;
Mas temo que á inclinarse en contra empiece
Hospedaje que á Juno á par se ofrece.

CXXXI.

»Que no su odiosidad terná arrendada
En tan ardua ocasion. Y así primero
Poner de Dido al corazon celada
Y de mi llama rodealle quiero;
Porque otra inspiracion no la disuada,
Y, con afecto al cabo verdadero
Asida á Enéas, de mi lado quede:
Oye cuál finjo que lograrse puede.