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ENEIDA.
CVIII.

»Mas oye: en la poblada, en la guerrera
Comarca siciliana poseemos
De Acéstes el favor, que en ella impera.
Y troyana es su sangre. Que arrimemos
Nuestros restos, consiente, á la ribera,
Y en tus bosques cortar tablaje y remos,
Y á Italia iremos, nuestro Rey al frente,
Si salva el hado vuelve nuestra gente.

CIX.

»Mas si ya feneció nuestra ventura;
Si ya, ¡oh amado Rey de los Troyanos!
Te dan líbicas olas sepultura,
Ni á Ascanio logran nuestros votos vanos;
Buscaremos siquier mansion segura
Navegando á los términos sicanos,
De do ya nuestra flota el vuelo alzara,
Que allí Acéstes bondoso nos ampara.»

CX.

Dice, y todos barbotan de consuno
Oscura frase que el asenso explica;
Y con modestia y dignidad en uno
La culta Reina al orador replica:
«¡Troyanos! desterrad el que importuno
Vago recelo el alma os mortifica:
Mis fronteras guardar por fuerza debo;
Dura es mi situacion, y el reino es nuevo.