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VIRGILIO.
LXXXI.

Ellos con planta intríncanse ligera
Por do advierte la senda, y la colina
Coronan ya, que á la ciudad frontera,
De lleno allá sus cúpulas domina.
Enéas con asombro considera
La fábrica estupenda y peregrina
Do un tiempo fueron chozas; y suspenso,
Puertas ve, y calles, y el bullicio inmenso.

LXXXII.

No descansan los Tirios: ó se empleen
En alzar el alcázar y dirijan
El giro á la muralla, y acarreen
Gruesos cantos á empuje; ó puesto elijan
Para casa, y con zanja le rodeen:
Sobre traza soberbia sitio fijan
Propio al legislador, al magistrado,
Y al augusto recinto del Senado.

LXXXIII.

Quiénes, formando un muelle, cavan fosas;
Quiénes, para un teatro, anchos solados
Extienden, y columnas prodigiosas
Cortan, adorno á escénicos tablados.
Tales, en suma, suelen oficiosas
Ir las abejas por floridos prados
Cuando sacan al sol adultas crias
De estacion bella en los primeros dias;