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ENEIDA.
LIV.

»Y tú, segura de contrario insulto,
Cargado con despojos de Orïente
Le cogerás en el Olimpo; y culto
Le dará el hombre en votos afluente.
Y, sosegado el militar tumulto,
La férrea edad se tornará clemente:
Fe anciana reinará y amor divino,
Y en union fraternal Remo y Quirino.

LV.

»Y por fin con estrechas cerraduras
Y de hierro cargadas, de la Guerra
Cegadas quedarán las puertas duras:
El malvado Furor, que allí se encierra,
Sentado sobre rotas armaduras,
Con las manos atras, que el bronce aferra
De cien cadenas, lanzará bramidos,
Los dientes rechinando enrojecidos.»

LVI.

Dice, y al punto del Olimpo envía
Al alígero dios hijo de Maya,
Que á allanar á los náufragos la via
Y el muro de Cartago á abrirles vaya;
Pues de Dido recela, que podria
Alejarlos tal vez de aquella playa
Si los altos designios ignorase.
Oyele el nuncio, y por el éter vase.