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ENEIDA.
XVIII.

Y remueven el ponto, el ponto gime;
Y silban cuerdas y la gente clama;
Roba las formas y la luz suprime
La oscuridad que en torno se derrama;
Noche tremenda el horizonte oprime;
El éter cruza intermitente llama;
Truena el polo, y suspenso el navegante
La pompa del terror tiene delante.

XIX.

En este instante de la muerte el hielo
Siente Enéas que embarga sus sentidos,
Y entrambas manos extendiendo al cielo,
Clama con voz ahogada entre gemidos:
«¡Dichosos, ay, los que en el patrio suelo,
Al pié del alto muro, en liza heridos,
A vista de sus padres espiraron,
Y allí cual buenos su mision finaron!

XX.

»¡Oh tú entre aquivos héroes el primero,
Diomédes esforzado! ¿qué impía suerte
Me negó bajo el filo de tu acero
En los campos de Troya hallar la muerte?
Do al ímpetu de Aquíles Héctor fiero
Cayó; do el grande Sarpedon; do inerte
Tanto noble adalid, rota armadura,
El Simois vuelca en su corriente oscura!»