En un valle cubierto de verdura,
Anquíses, en el fondo, atento via
Guardadas almas que del aura pura
Subirán á gozar llegado el dia;
Allí en sombra numera su futura
Cara prole, y mirando se extasía
La fortuna y valor hereditarios,
Glorias, triunfos, virtudes, lances varios.
Y viendo que hácia allá se dirigia
Hollando Enéas el gramoso prado,
Abre Anquíses los brazos, de alegría
Lágrimas vierte y clama enajenado:
«¿Conque venciste intransitable via,
Hijo, á fuerza de amor? ¿Conque á mi lado
Hoy tornas? ¿Es posible que consigo
Verte, oirte, tocarte, hablar contigo?
»Yo, tiempos computando, aqueste día
Fausto acercarse vi: cumplióse el voto.
¡Mas cuánta extraña tierra en tu porfía
Habrás medido, y cuánto mar ignoto,
Y qué de riesgos arrostrado, en via
De confin tan profundo y tan remoto!
De los líbicos pueblos, hijo amado,
¡Cuánto temblé por tí funesto hado!»