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ENEIDA.
CXXXII.

Hincados por el campo ve lanzones,
Y que arrogantes la verdura pacen
Por acá y por allá sueltos bridones.
¡Oh! los que en mundo subterráneo yacen
No renuncian sus viejas aficiones:
Armas y carros sus delicias hacen
Si armas, carros amaron: cuidan fieles,
Si los criaron ya, régios corceles.

CXXXIII.

Luégo, á izquierda y derecha, ve adelante
Los que á dulces festines se abandonan
Tendidos en la hierba verdeante;
Los que en honor de Apolo himnos entonan
Intrincando los pasos en fragante
Bosque, á quien cimas de laurel coronan,
Donde brota y por selva ámplia y risueña
Erídano soberbio se despeña.

CXXXIV.

Están allí los que á la patria amaron,
Y heridas por la patria recibieron;
Allí los sacerdotes que guardaron
Austera castidad miéntras vivieron;
Vates dignos que á Febo interpretaron;
Maestros que el vivir embellecieron
Con artes nuevas; los que haciendo bienes
Vencieron del olvido los desdenes.