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VIRGILIO.
CV.

»Entónces, cuando el monstruo de madera
De armas grave los muros dividia,
Hembras ella ordenaba la primera
En libre danza y bulliciosa orgía;
Y una antorcha blandiendo traicionera
Con que iba en torno al coro, falsa guia,
De la alta torre en nuestro daño ¡ay ciegos!
Señas hacía á los atentos Griegos.

CVI.

»Yo en mi tálamo infausto, sin cuidado
Ya al cansancio buscando dulce olvido,
Caí en brazos de un sueño regalado
A una plácida muerte parecido.
Mi noble esposa al punto de mi lado
Las armas de mi estancia sin rüido
Aleja: de mi lecho á la testera
Ella mi espada hurtó, fiel compañera;

CVII.

»Las puertas abre, y obsequiosa llama
Á Menelao, por si de mal la eximen
Crímenes nuevos, y la negra fama
A absolver bastan del antiguo crímen:
El Eólida á par, que ardides trama,
Acude: salvan de mi alcoba el límen ...
¡Dioses, si justas súplicas os mueven,
Lo que entónces probé los Griegos prueben!