Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/307

Esta página no ha sido corregida
273
ENEIDA.
LXXII.

»Y juro por la negra mar, Rey mio,
Que, perdido el asiento, el timon roto,
Más que por mí cuidé que tu navio,
Privado de defensa y de piloto,
Mal pudiese del piélago bravío
Los golpes contrastar. Violento Noto
Tres noches borrascosas de ardua brega
Me arrastró léjos sobre la onda ciega.

LXXIII.

»Vi las costas de Italia al cuarto dia,
Encumbrado por hórrida oleada:
Poco á poco nadaba, y salvo habria
Hollado, en fin, la playa deseada;
Mas, ¡triste! como á presa de valía
Me embiste horda feroz blandiendo espada
No bien de húmedas ropas agobiado
Trepaba, uñas hincando, agrio collado.

LXXIV.

»Hoy, desecho del mar, en sus riberas
Vientos me azotan. Por la luz del cielo
Y las auras que áun gozas placenteras,
Por tu hijo amado, y por su ilustre abuelo,
Si á éste das honras que de aquél esperas,
Tu invicta mano de tan grande duelo
En el puerto de Velia me redima
Piadosa arena derramando encima.