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VIRGILIO.
XXVII.

»Fácil es del Averno la bajada;
De dia y noche á la region oscura
Patente está la pavorosa entrada;
Mas volver y elevarse al aura pura,
Esa es la parte trabajosa, osada:
Muy pocos á quien Jove con ternura
Vió, ó que ardiente virtud al Cielo eleva,
Vencieron, raza de héroes, la ardua prueba.

XXVIII.

»Cubren selvas espesas y sombrías
El centro del Averno; á la redonda
Carcomiendo el Cocito ciegas vias
Con su torpe caudal callado ronda.
Mas si forzar el Tártaro porfías
Y dos veces cruzar la estigia onda,
Si en esto gozas que á otros acobarda,
Cómo has de comenzar escucha y guarda.

XXIX.

»En medio de estas selvas donde moro
Oculto un ramo está que el tallo tierno
Tiene, y las hojas trémulas, de oro,
Consagrado á la Juno del Infierno:
Cierra en su seno el fúlgido tesoro
Hojoso un árbol entre el bosque eterno,
Y de valles en torno guarnecido,
La amiga lobreguez le hurta al sentido.