Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/288

Esta página no ha sido corregida
254
VIRGILIO.
XV.

»Y ¡oh tú que en siglos ves áun no llegados,
Santa sacerdotisa! (yo no pido
Imperio no ofrecido por mis hados)
Da á mis Teucros gozar reposo y nido
Con los Dioses de Troya fatigados;
Y á Hécate y á Apolo, agradecido,
De mármol fundaré templo y altares
Y fiestas en su honor apolinares.

XVI.

»Tú en mi reino tambien ilustre asiento
Tendrás, y tus sagradas predicciones
Guardando con solemne acatamiento,
Tu culto servirán dignos varones.
Mas oye: á la merced irán del viento
Tus palabras si en hojas las dispones;
Canta tú misma lo que cierto veas.»
Aquí dió fin á su oracion Enéas.

XVII.

En tanto la Sibila áun se subleva
Por sacudir el númen que la oprime,
Y feroz se revuelve en la ancha cueva:
Fogoso corazon, labio que gime
El Dios le doma, que sobre ellos lleva
Hasta grabarla, inspiracion sublime;
Y dan su voz en ecos las cien puertas
Todas á un tiempo sin esfuerzo abiertas.