Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/287

Esta página no ha sido corregida
253
ENEIDA.
XII.

«¡Eneas! ¿no será que al Númen santo
Con tus votos y súplicas regales?
No han de abrirse á tus pasos entretanto
Del pavoroso templo los umbrales.»
Calló: los Teucros con glacial espanto
Oyeron resonar palabras tales,
Y postrándose el Rey, con hondo acento
Oró así en religioso arrobamiento:

XIII.

«Febo, que de infortunios y pesares
De los hijos de Troya te apïadas;
Tú que al cuerpo del de Éaco, de Páris
Las flechas dirigiste enherboladas:
Salvo, merced es tuya, hendí anchos mares
Que á ceñir van regiones apartadas;
Yo he cruzado las costas africanas;
Yo las hórridas sirtes vi cercanas.

XIV.

»Hoy piso en fin el límite italiano,
Tierra de promision que ántes huia;
¡Así el signo maléfico troyano
Haya hasta aquí llegado en su porfía!
Y ¡oh cuantos con furor visteis insano
Crecer la gloria de mi patria un dia!
¡Dioses todos y diosas! sin enojos
Volved ya en fin á Troya vuestros ojos!