Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/274

Esta página no ha sido corregida
240
VIRGILIO.
CXXXVIII.

Y él, «¿Por qué de mis brazos se desliza
Tu imágen? ¿no te curas de mi ruego?
¿Huyes? ¿me dejas?» clama; y la ceniza
Resucitando incontinente, el fuego
Que aletargado dormitaba, atiza:
Sacra masa y colmado incienso luégo
Al Dios ofrece que á su pueblo ampara,
Y humilde á la alma Vesta honra en el ara.

CXXXIX.

Consumó el sacrificio, y convocados
Sus amigos, Acéstes el primero,
Repite los oráculos sagrados
De su padre, de Jove mensajero;
La voluntad pronuncia de los hados
Y su propia intencion franco y sincero:
No hay á sus planes quien demoras teja;
Acéstes coronarlos aconseja.

CXL.

Madres se alistan que en los nuevos techos
Fundar asientos de familias deban:
Quédanse á par cuantos vulgares pechos
De grandes cosas ambicion no llevan.
Tostados bancos, mástiles deshechos,
Vuelan los otros á mudar; renuevan
Remos, jarcias, con mano diligente;
Número escaso, mas resuelta gente.