Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/271

Esta página no ha sido corregida
237
ENEIDA.
CXXIX.

Cuatro habia el incendio devorado;
Con cuyo acerbo caso que intimida,
Enéas vacilante, acobardado,
No sabe por cuál rumbo se decida:
Si en Sicilia su nido asiente, al hado
Mal sumiso, que léjos le convida,
O si á Italia persiga, al hado atento;
Y la duda tenaz le da tormento.

CXXX.

Náutes entónces, venerable anciano
Por la tritonia Pálas adivino,
A quien ella dotó con larga mano
De ingenio insigne y de infalible tino,
Interrogado respondió, no en vano,
Ya sobre muestras del furor divino,
Ya lo que el hado inevitable ordena,
Y al héroe hablando, su inquietud serena:

CXXXI.

«¡Hijo de Diosa! al fin llegar porfía
Que una vez y otra vez marcó tu síno:
Tenaz luchando un dia y otro dia,
Vencerás los rigores del destino.
Ahí Acéstes está que se gloría
De su orígen superno: en tu camino
Te dé su luz, y á su favor sincero
Los restos fia del estrago fiero.