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VIRGILIO.
XCVI.

Confirmaron despues con voz tardía
Adustos vates el infausto agüero:
Y fué así que inflamado discurria
Entre celajes el volante acero;
Con fuego señaló su etérea via
Y apagóse en los aires; cual lucero
Que vaga desquiciado por la esfera
Arrastrando su ardiente cabellera.

XCVII.

Al Cielo los medrosos corazones
Ambos pueblos levantan juntamente;
Mas no igualó con fúnebres visiones
El gran Enéas la vision presente;
Antes sonrie cumulando dones,
Y á Acéstes abrazando, al par rïente,
Aunque grave el semblante, de alegria,
«Lleva, ilustre monarca,» le decia:

XCVIII.

«Lleva esta copa, de labores rica
(Que del Olimpo el reinador, no en vano
Con esa aparicion me significa
El honor que te debo soberano):
Mi anciano genitor te la dedica;
Recíbela, dón suyo, de mi mano:
A él el tracio Ciseo ántes la diera
Insigne prenda de amistad sincera.»